Ando por veredas
muertas de hambre
el silencio se hace notar
solo silban los sauces.
Los cauces a contracorriente
agotan la vida
mientras los enemigos te cargan
de piedras los bolsillos
y con sus tijeras
recortan una silueta de papel
para llenarla de adjetivos.
Me sumerjo en el mundo indómito
entre la oscuridad de las tinieblas
y la luz del amor.
Yo sé de quien me ama
Yo sé de quien se llena la boca
quien la vacía de pecados
y luego te abraza...
Yo no quiero abrazos
de falsas cuartadas
ni besos que retumben de sonido
y luego queden mudos
de expresión y faltos de deidad.
No quiero un mundo perfecto
tampoco un mundo roto
donde se rompan las palabras
y los versos apenas digan nada.
No quiero otra cosa que ser justo
y vivir una vida sin tantas tasas
ahora vales, después no
ahora corres y más tarde desvaneces
ahora vuelas ¿y después?
A seguir remando en un cauce
a contracorriente mientras saboreo
la falsedad del mundo imperfecto, inconexo.
No quiero ser más o menos que nadie
solo el pago justo de moneda con una sola cara.
La del poeta que sigue soñando