miércoles, 20 de noviembre de 2013

Una misiva masiva.

Llevo conmigo un amargo café,
un puñal clavado en el estómago
y para no variar otro en el alma.

Llevo una y otra vez rosas,cantos y versos
en la mochila de mi pecho, para acampar
en esta orilla del amor donde mi naufragio 
se hace eterno en esta lejanía de mares donde
ni manda patrón ni manda marinero, solo vientos
que llevan de rodillas los versos que te escribí.

Ínco las estacas de mi silla en esta arena 
dónde mi reloj se para, saco el lienzo para darle
el color de libertad junto al color de los miedos
tan grises como el cielo que me cubre... 

Y sobre los rascacielos de tu cuerpo vuele con alevosía 
el beso más romantíco que cupido fabricó para tu boca,
seré capaz de acortar versos pero nunca la distancia 
de este amor que se hace fuego sin ser un píromano
 empedernido, que se quede muda mi alma, que se queden
mudos mis versos si no siento lo que escribo.

Que me lleve el otoño con sus hojas hasta tu primavera,
que me lleven allá al infinito a tu pura realidad donde 
reciba con tus brazos el rescate de este naufragio donde
solo cantan las sirenas para que no pueda escuchar el 
grito de tu voz y sentirme tuyo tras llegar tus manos
a esta misiva masiva que vuela ciberneticamente por la red. 

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