Creo haber soñado
la idea del Devachán
siento en mis huesos
la derrota de Carthago
como si el olor a sangre
se adormeciera en los días
y esta vida humana
llena de amores y desamores
que se defiende del odio
en una perturbante lucha
a los píes de los legendarios
Thor, Odín y Perún.
Esta vida, con alma, con espíritu
con pensamiento, de seso débil
y carne rebozada de pecado
atiborrada de sarcasmo, toda una.
Puedo pensar tantas veces
en la reencarnación y sus incógnitas
desde este cuerpo prestado
donde habita el alma
y se aviva el espíritu,
preguntándome siempre
¿quién soy?
Después de darle tantas vueltas
al mismo mundo de preguntas
no exagero si digo
que el amor vence a la muerte
esa hora fin, donde el alma
se despoja del cuerpo
y el espíritu sigue bagando
deseando encontrar otra semilla
más allá del álgebra, de la ciencia
para volver a nacer, para volver amar
y seguir luchando
contra el viento, contra el tiempo.