Y en tus ojos se quemaba mi hombría
en tu ombligo el humo tapaba mi nombre
mientras la noche ardía.
Perdido de andares, sordo, quieto, mudo, inerte,
como alambre en la puerta de la alhambra
dejando fluir lo que se acontecía en la noche
sin que San Juan levantase el dedo.
Y en el trascurso de las horas herejes
donde lo soñado se hace carne
tu beso, mi beso jugaron alocadamente
a sacarle los colores a la luna.
¿Solo me pregunto?
Si todo lo que surgió
dejo de ser una parodia
o habrá que rodar otra escena
cerca de la cala donde los idiotas
no se acerquen ni traspasen
nuestra intimidad, sin miedo
a que discriminen
otro verso prohibido.
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