Los ojos se quedaron clavados allá en su falda
el gris rozando sus picos en una tarde loca
mientras oteaba su belleza
más allá de donde muere la vista.
Viste, de nuevo agitas el recuerdo
y cada vez que miro hacia arriba
a lo más alto de la montaña
aparece tu sonrisa alocada
simulando el ocaso
con otro beso a ciegas.
Y reitero en otro verso
que me tienes aquí
alumno de la tarde
en esos tiras y aflojas
que crees que no me llevan
a ninguna escala en otro vuelo
y que juego a los dados con los dioses
a bifurcar los cielos con el llanto atrevido.
Perdóname si quedo en silencio
mientras susurra el viento tu nombre
acá en lo más alto de esta cima
me siento tan tuyo
me siento tan libre
que acaricio con mis dedos tu boca.