Me traspasa un hierro ardiente
las noticias traen con rencor la muerte
marchitan las rosas negras
un beso frío se suicida
mientras mis manos
en silencio se engarrotan.
Me traspasa un hierro candente
la tierra se abre quisiera comerme
no puede y ella lo sabe, no quiero
la resisto como si fuese muralla
y si caigo, que no lloren
que no repliquen campanas
que no se hablen por las esquinas
que me canten, que le canten
que el polvo se lo llevará el aire
sin marchitar los versos, los gestos
que siempre fueron perseguidos.
Molino no sigas moliendo la vida
y muele el trigo pa tí las semillas
deja que corra el agua, cristalina,
pura, limpia, sin lagrimas, libre.
Sin barrotes que separen
los adjetivos en el tiempo
hiriendo los verbos
que colindan muy cerca mía
con un hierro al rojo vivo
que marca la raza mía.
No le temo a mi muerte padre
pero si le temo a la muerte tuya.
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