El cielo era gris en tu vida gris
la lluvia siempre en tus ojos
una mano en el cuello
el aliento a whisky en la cara
¿quién dijo que fueses débil?
hay madre de mis entrañas
con treinta y ocho años te fuiste
con el calvario a tus espaldas.
El hombre muerto sigue vivo
con la lengua llenas de palabras
cobrando el pago del maltrato
a base de vino y telarañas.
¿Quién dijo que el necio es justo?
aun recuerdo tus manos en mi cara
y ese chorro de voz
alimentando las mañanas
el luto acompaña al dolor
hay madrecica de mi vida
que en mi noche eres luna
y a mis ojos acompañas
¡quiero que sigas brillando!
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