Que no se valla la tarde
que no desvanezca la pasión
que no se adulteren los besos
en este cuerpo casi inerte
hipnotizado por tu sexo
mudo de palabras
y unas pupilas dilatadas
llenas de versos.
No atiendas a razones
fuera del perímetro
de nuestras sombras.
Hay una aldea entre tus manos
y mis manos
un mar entre cintura
y cintura,
una cama ancha
con rumbo a la alborada
para sellar tus labios de café.
Aguanta la tarde que aún no caiga
que no cese el suspiro con retorno
a la calle del olvido
Agárrate fuerte, tatúa lo que sientes
en mi pecho y seguiré escribiendo
a deshoras esta novela
de amor loco y veraniego
que sabe eclipsar la mirada
tan solo con un verbo.
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