Le he pedido al Dios de la lluvia
un fuerte aguacero...
Le he pedido que se lleve mi pena
que no la quiero, que limpie mi tristeza
arrastrándola donde ya no la sienta.
Le he pedido que destruya las flores
con tallos de alambres en los campos
colindantes a mi cuerpo y que me desprenda
de este aroma a infierno que no es mundano
y que no acerca a nada bueno, a nada nuevo.
Le he pedido un día más de vida antes de irme
para poder darle el penúltimo beso a mi esposa
para decirle en prosa lo mucho que la sentí
más lo mucho que la seguiré amando
en el momento que se cierre esa puerta.
Le he pedido que destruya la parte menos urbana
del casco antiguo en lo más alto de este cuerpo
para no perder la cabeza.
Le he pedido y le he suplicado
que se lleve con la lluvia todo aquello
que me tizna, todo aquello que me pesa,
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