En la tarde de tu cansancio,
de tus tensiones y dolor
quedas dormida ante mis ojos
que otean la obra magistral -tu cuerpo-
desde el ático hasta el sótano sin ascensor
¡Qué locura!
Mis manos se desatan de timidez
y juegan con el bello de tu piel
sin buscar el erotismo.
El relax es total, se refleja
en tu cálida y débil sonrisa
inconsciente, disfrute para
la mano que escribe con la mente,
con el alma, sin dagas.
Mis ojos le cuestan parpadear,
sigue durmiendo niña, que tu piel
se volverá a erizar.
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