Pasa la vida, como estrella fugaz
y apenas nos damos cuenta...
Y en nuestro marcador de años,
volvemos a sumar más uno...
Cálida mañana entre sabanas de raso,
recordando aquella melodía que sonaba
a conquista cuando tus ojos me derrotaron...
Y resto menos uno cuando cae la tarde,
cantos de cigarras, reclamando algo más
que calor...
Sonidos de las olas que acarician
las rocas, donde se encallaban
nuestro misterio, nuestros ecos
de besos que se esparcen por el
viejo puerto, y al amarre, un verso
regalado, un calificativo indomable,
donde se esconde tímidamente la
espesura de un te quiero.
Y husmeando en viejos abrojos
de recuerdos los cuales, llama
en mi mano llevo para arrasar
aquello que nunca ardió...
Mientras tanto pasa la vida y
se sigue sumando más uno ,
jugando con la mañana,
la tarde y la noche...
La madrugada ni se nombra,
es la que se vive enmudecido,
la que esconde el morbo de
amar y ser amado, a esta nunca
le resto nada.