He aprendido a posarme
en una lágrima de certeza,
y rezar a mi conciencia
que se llene de paciencia
el día que tenga que hibernar
dentro del capullo de un
gusano de seda.
Y despertar con grandes alas
para volar y no dejar de volar.
Para existir y no dejar de existir.
Para caer y no dejar de levantar.
Para soñar y no dejar de soñar.
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