Carbonilla dónde estarán las redes que tus viejas manos
tejieron, el mar fue más que pasión.
Tus hijos y nietos, el chorro dónde rebosaba tu alegría...
Pescador, esta vez el tiempo te hace homenaje,
para que en tu corazón guardes estos versos
escritos por tu nieto que a pesar de esta lejanía
que golpea y agita como un mal de fondo
avivando los recuerdos que se esconden
bajo la arena como semillas que hacen
brotar unas sonrisas que dejan huella y sentido.
Tus ojos como faros encendidos, a estas alturas
y después de tantos temporales y resacas, ya quedaron
envejecidos, mi alma los busca en la noche
para poner los pies sobre tierra firme
y rumbo hacia el desdén, con la sabiduría
entre los dientes como tu nos enseñaste.
Y en tu corazón siempre guardas fragmentos
del mar en calma.
¿ Recuerdas cuando tus nietos ejercían de timonel
en aquella pequeña embarcación de recreo?
Tú eras el capitán, el que enseñaba a tu tan minuscula
tripulación, y en la proa exponías tu cuerpo al sol mientras
reías y dabas ordenes, regresando a puerto con alegría.
Algunos escogieron la mar por ti, haciendo gala de tu don.
Porque un carbonilla, no se achanta, es un hombre
que busca sin cordura la pasión sin poner fin a su día.
Y hasta hoy, casta de tu sangre, no navegó hasta donde tú
navegaste, demasiada mar para embarcar los miedos...
Son tus ojos de buey los que iluminan mi viejo camarote,
donde estudio el fonograma que de niño me obsequiaste.
Miras al mar y el mar te habla, traduces con tu sabiduría
los cálidos mensajes que las espumosas olas te revelan.
Y yo miro al mar desde cualquier punto cardinal y te veo a ti,
aunque los artes los hayas guardado, la profesión va por dentro,
al igual que el amor, los sentimientos y el recuerdo.
TITULO: UN MAR DE RECUERDOS.
AUTOR: MANUEL. MÉNDEZ.
