martes, 16 de diciembre de 2014

A mi madre.

Llevar uva a la boca
en la noche del treinta y uno
es fruta amarga madre
es sentir el vacío.

Recordar sus manos 
hilvanar el cariño
es cava añejo 
y a veces suicidio.

No sé como engalanar
el verso, tu ausencia
no deja encontrar 
al hombre en mi.

Recorro los patios
del pasado, los besos
más valiosos se hacen
eternos, fraternos
los recreo en mis mejillas.

Y cuando nace el año
desde el primer segundo
cuando todo lo que me rodea
comienza a besar
voy en busca de tus besos
y me doy cuenta que ya no estas.

Carne de mi carne 
leña de mi fuego
alas del pájaro
que vuela en el aire
a ras del cielo.






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